21 octubre 2006

Un poema para ti

Un poema a la vida
dedicado a ti,
sería fácil.
Fluiría de mi pluma
como ave voladora,
pero no quiero
que así sea.
No quiero que suba con la bruma
y en ella se pierda,
no quiero
que se desvanezca.
Quiero pisar tierra,
tierra firme.
Señor Ruiz Correa
aquí -y ahora-
en tierra firme,
cara a cara, dime...
¿Qué has hecho
en tu vida?
No... no me contestes.
¡Me avergonzarías!
Ternura viva
en clases impartidas
sin material,
sin medios,
sin calefacción.
Sí con amor,
sí con entrega
y mucha psicología.
¡No había carencias!,
de todo se carecía, una mísera tiza,
un tronco de leña
en la estufa,
un esfuerzo del profesor
Señor Ruiz,
¡cómo servía!
¡Qué te voy a contar
yo de la vida!
Llegaste a la madurez
¡divina!,
llena de esplendor,
de rayos mágicos
de la reina del OLimpo,
de la diosa que te destinaron
para ser tu hada madrina,
diosa que te protegió,
te cuido la mente,
te cuido las manos,
te metió en el Olimpo.
De allí salieron
tus cuadros,
tus esculturas.
Pero lo que más
me cautiva de tí,
eso, no salió de allí,
tu corazón,
puro, limpio,
entregado a los demás,
entregado a tus niños,
esos que se hicieron hombres
porque de ti lo aprendieron.
Hoy los dioses se preguntan,
¿Qué será del niño aquel
que un día apadrinamos?
Sin saber que es, el Sr. Ruiz,
el predilecto,
el que a base de esfuerzo,
de tesón
ya tiene su placa
en el Olimpo.

Matilde Redondo Ruiz

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